Argentinos Transforman la Industria: El Poder de Adaptarse a Cualquier Entorno Laboral

Argentinos Transforman la Industria: El Poder de Adaptarse a Cualquier Entorno Laboral
# Son argentinos y rompieron los esquemas de una industria: “Si trabajaste ahí, podés hacerlo en cualquier lado”

En esta nota te contamos la historia de las primeras mujeres camioneras y carpinteras de Argentina, y los lugares donde nacieron.

**1 de junio de 2025**
**Tiempo de lectura: 7 minutos**

El corralito financiero, las protestas en las calles, el resonar de los cacerolazos, los saqueos a supermercados y almacenes, una inestabilidad económica que se respiraba en el aire y el desfilar de cinco presidentes distintos en poco más de una semana, fueron solo algunos de los hitos de la crisis de fines de 2001 y del 2002. Y en medio de ese trance de incertidumbre que atravesaba el país, muchos argentinos despertaron un espíritu solidario que tiene efectos residuales hasta hoy.

Entre esos frutos que perduran se encuentra el caso de **Belén Radavero**. Vive en Rojas, provincia de Buenos Aires y, desde hace un año, se dedica a un oficio poco convencional: es chofer de camión de larga distancia. Su vecina, que trabajaba en el mismo rubro, le contagió el amor por esta actividad. “Me avisó cuando se abrió la inscripción para hacer el curso y poder formarme en ese oficio. Se podría decir que entré con suerte, porque no pude inscribirme a tiempo, pero me llamaron para anotarme cuando se bajó alguien. Desde entonces, fue un cambio de 360 grados en mi vida”, recuerda emocionada.

¿Pero cuál es el vínculo de esta mujer con el espíritu solidario que emergió a inicios de aquellos 2001-2002? Belén es una de las argentinas que se graduaron de la **Fundación Oficios**, una ONG que nació en 2006 bajo el impulso de algunos jugadores del real estate y de otros rubros, que veían con inquietud la inestabilidad económica y social que atravesaba el país. “La crisis del 2001 golpeó fuertemente a la Argentina y fue dura para mucha gente. Con la idea de dar respuesta a dos cosas que faltaban en ese momento -educación y trabajo- nació Oficios”, comparte **Patricio Lanusse**, actual director de RRII de EIDICO, quien recuerda a su padre, con el mismo nombre, que fue socio fundador de la empresa y el principal impulsor de la fundación: “Tenía una carpintería en casa y siempre tuvo un amor muy grande al oficio. Nos hizo muebles a todos sus hijos y nietos, hasta la casita del jardín. Se daba maña con la madera desde que tengo uso de razón”.

El espíritu colaborativo en la fundación estuvo presente desde sus inicios, ya que se sumaron otras empresas, varias vinculadas al real estate: desde **Mieres Hermanos** hasta **JPU**, **Cardón** y **Miguens Hermanos**.

Oficios es una organización no gubernamental sin fines de lucro que promueve la inserción socio-laboral de sectores de la comunidad con menos recursos, a través de una herramienta poco frecuente, pero con efectos de gran alcance: la enseñanza de oficios. Sus cursos, que van desde electricidad domiciliaria, gasista de unidades unifuncionales, hasta carpintería de obra fina y soldadura aplicada a la construcción, marcaron la vida de muchos estudiantes que se toparon con la fundación en momentos clave de su vida.

“Cada persona que obtiene un certificado se reinventa, resignifica su identidad. Quien se recibe de estos cursos se para más erguido y te mira a los ojos, cambia su postura corporal y actitud”, detalla **Sergio Moreno**, director ejecutivo de la fundación, aludiendo a la seguridad y autoestima que ganan los egresados. Efectivamente, los graduados hablan de que los cursos marcan un punto de inflexión en sus vidas.

Ese fue el caso de **David**, también residente de Rojas, que tiene 53 años y no pudo terminar sus estudios escolares, porque su familia necesitaba que saliera a trabajar. Estuvo más de 20 años en una cooperativa telefónica, pero “la paga no era muy buena y estaba derrotado psicológicamente; lo único que sabía era de ese rubro”. En ese entonces, se cruzó con la Fundación, empezó con un curso de gasista y, poco a poco, fue sumando conocimientos: plomería, herrería, sanitarios, soldadura. “Entré como una persona cerrada, que no interactuaba con nadie, pero rápidamente me encontré con un ambiente de compañerismo, docentes cercanos y gané confianza. Es difícil encontrar un lugar así”, recuerda David.

La autoestima que ganó lo animó a transmitir todos los conocimientos a los demás: se convirtió en docente, aunque el lugar donde dio sus primeras clases fue poco convencional. “Me invitaron a enseñar en el penal de San Martín, donde trabaja la Fundación Espartanos. No me olvido nunca más del primer día; tenía que enseñar a los presos a cortar materiales con una sierra circular. Me quedé al lado del enchufe, para que cuando terminaran de cortar, pudiera desconectar rápidamente la máquina, por si acaso. Una vez terminada la clase, pasé por la fundación, hablé con el que me invitó a ir y me dijo entre risas: ‘Si diste clases ahí, podés enseñar en cualquier lado’”.

“Creo que es un gran refugio para un montón de personas que buscan en los mismos oficios una posibilidad laboral y de desarrollo personal”, cuenta **Santiago Mieres**, de la inmobiliaria homónima, otra de las empresas que participaron en la génesis del proyecto. Explica que hoy, en un contexto en que hay tanta demanda de personas que realicen oficios y tan poca oferta, “es un canal de salida laboral muy fuerte”.

Joana Galeano es egresada de carpintería de muebles de la Fundación Oficios, y comparte: “Venía de trabajar en relación de dependencia en puestos operativos, pero sentía que quería hacer algo diferente. Nunca hubiera pensado que terminaría siendo carpintera”. Joana, que tiene 34 años y vive en Malvinas Argentinas, se egresó del curso de carpintería de inmuebles en 2018; más adelante, hizo un curso en soldadura básica para combinar la carpintería con el hierro. Hoy, se animó a montar su taller, desde el cual realiza arreglos de muebles y restauraciones. Además, se acaba de especializar en **woodframe**, un sistema de construcción americano en seco y con madera, prefabricado, y revela que “haber emprendido en un oficio tradicionalmente de hombres fue muy superador”.

Belén Radavero, en este sentido, señala que como camionera ha viajado por todo el país, desde Catamarca a Entre Ríos, Jesús María, Balcarce, Miramar y Coronel Suárez: “Hay muchos lugares que no están adecuados para las mujeres y nos tenemos que amoldar. En los puertos, por ejemplo, no existen los baños femeninos”.

La mejora económica es algo que todos resaltan luego de pasar por la fundación. “Dejé de trabajar muchas horas para ganar muy poco, a estar hoy en un oficio cómodo, de muchas horas, pero con una mejor remuneración”, detalla Belén, que disfruta mucho de manejar camiones, desde el andar de un lugar a otro, hasta conocer gente nueva y tener una ganancia mucho mayor. “Desde acá se le da la posibilidad a un sector de la sociedad, que muchos consideran olvidado, de aprender o de seguir aprendiendo”, concluye Esteban, otro graduado de la fundación.

**Fuente: María Josefina Lanzi**

Comentarios