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La única calle del mundo donde las casas están a centímetros de una vía de tren

La única calle del mundo donde las casas están a centímetros de una vía de tren

La única calle del mundo en la que las casas están a centímetros de una vía por la que pasa un tren

Esta calle estrecha sorprende por la convivencia entre el paso del tren, viviendas familiares y el auge de los cafés turísticos.
* 18 de diciembre de 2025
* 18:26
* Tiempo de lectura: 4 minutos

La Calle del Tren es una angosta vía en Hanói donde el ferrocarril pasa a centímetros de casas y comercios. La escena parece salida de una película: en una calle angosta del viejo Hanói, las casas se alinean a ambos lados de una vía férrea activa. No hay barreras, ni andenes, ni separación formal. Solo unos pocos centímetros de cemento separan las puertas de entrada del paso de un tren que circula varias veces al día. Lo que en cualquier ciudad sería una zona de exclusión ferroviaria, en Hanói se ha convertido en un fenómeno urbano donde la vida cotidiana se adapta, casi con coreografía, al paso del convoy.

La Calle del Tren es un punto turístico de Hanói donde locales y visitantes esperan el paso del tren entre viviendas y cafés. La “Train Street”, como se la conoce popularmente, atraviesa el distrito de Hoàn Kiếm, en el corazón de la capital vietnamita. La vía, construida en la época colonial francesa, fue absorbida con el tiempo por la expansión urbana. A medida que el tejido residencial fue ganando espacio, las casas crecieron al borde del riel, sin que nadie detuviera la marcha del tren ni el arraigo de los habitantes.

Este fenómeno extremo de convivencia entre infraestructura pesada y vivienda plantea preguntas clave sobre los límites del urbanismo. ¿Cuán cerca es demasiado cerca? ¿Qué significa vivir literalmente sobre el camino del tren?

En los últimos años, el lugar ganó notoriedad gracias a las redes sociales. Las imágenes del tren pasando a escasos centímetros de turistas con café en mano se volvieron virales, y la calle se transformó en un punto obligado para quienes visitan Hanói. Esto impulsó la aparición de cafés, terrazas y puestos improvisados que ofrecen vistas privilegiadas del paso del tren. Sin embargo, también generó conflictos: el gobierno intentó restringir el acceso en diversas ocasiones por motivos de seguridad, clausurando negocios no habilitados o bloqueando tramos del callejón. Sin embargo, la atracción persiste, y muchos residentes dependen del turismo para sostenerse económicamente.

En marzo de 2025, el Departamento de Turismo de Hanói ordenó a las agencias de viaje que suspendieran las excursiones organizadas a la Calle del Tren. La medida se fundamentó en razones de seguridad, debido al aumento de visitantes, la cercanía con el paso del tren y varios incidentes registrados en la zona. Además, se colocaron barreras físicas y carteles de advertencia para restringir el acceso de los turistas a ciertos tramos del callejón.

A pesar de las restricciones, la calle sigue recibiendo visitantes. Muchos comercios continúan abiertos, especialmente en los extremos de la vía donde el control es menos estricto, y los turistas se agolpan detrás de las barreras para observar el paso del tren. La regulación, por ahora, se aplica de manera intermitente, y la postal urbana que combina peligro, encanto y precariedad persiste como uno de los rincones más fotografiados de la ciudad.

Vivir junto a una vía activa no es cómodo ni seguro. Pero en contextos urbanos densos y de escasos recursos, el espacio se redefine: se cocina, se juega y se conversa a la espera del tren, como parte del paisaje. La Calle del Tren no solo es un ícono fotogénico: es también una metáfora de cómo las ciudades pueden adaptarse —a veces peligrosamente— a su infraestructura preexistente.

Aunque pocos lugares en el mundo replican esta cercanía extrema entre viviendas y trenes, la Calle del Tren no es un caso aislado en lo conceptual. En muchas ciudades del sudeste asiático, África o América Latina, la infraestructura ferroviaria convive con la informalidad urbana y la falta de planificación. Lo excepcional de Hanói es que esta convivencia se ha transformado en postal, pero la pregunta que deja es universal: ¿qué tipo de ciudad estamos construyendo cuando el límite entre lo público, lo privado y lo peligroso se vuelve borroso?

Fuente: LA NACION
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